
Amanece la tercera etapa a las 7 con el piquete de los trabajadores del hotel; menos mal que era la hora de nuestro despertador. Hoy nos espera el plato fuerte de la visita a Washington: la Casa Blanca. La verdad es que más que difícil, conseguir la visita, es una odisea. Pero eso ya lo contaremos con más detalle en otra entrada.
Al llegar vimos la fila de entrada, pero como íbamos con tiempo fuimos al centro de visitantes, como decían las instrucciones. Después, ya en la fila, volvimos a tener problemas en el primer control, a uno de nosotros le faltaba el apellido en la lista y estuvimos casi media hora hasta que lo corrigieron. Allí nos juntamos con gente de nuestro grupo de la visita, que también tenían un «detenido». Aún pasaríamos dos controles más hasta que entramos en el edificio.
La visita me pareció muy interesante; vas por libre, pero hay gente por el recorrido a la que puedes ir preguntando (en inglés claro); también dan folletos explicativos en español. Nada más entrar, en los primeros pasillos se ven cuadros y fotografías curiosas de varios presidentes. Lo que más me gustó es que te dejan visitar salas que se usan habitualmente para recepciones y cenas de protocolo. Se veían las alfombras a medio recoger, para mostrarlas, pero sin ser pisadas por el público. Justo antes de salir a la calle, permiten hacer fotos en la puerta principal con el móvil, ya que no dejan entrar cámaras.
Al salir, volvimos al hotel a por las cámaras, y cogimos el metro hasta el cementerio de Arlington, donde están enterrados militares veteranos de todas las guerras. Allí visitamos la Casa de Arlington y las tumbas de los Kennedy. Impresionante la extensión que tiene y la cantidad de lápidas…

De vuelta de nuestra incursión en el estado de Virginia, comimos un menú de ensalada y bocadillo en Vie de France, justo detrás del Museo Nacional del Aire y el Espacio, de la Institución Smithsonian. Muy interesante, con reproducciones de aviones y módulos espaciales, y exposiciones con objetos y mucha información. Recomendable sobre todo si vas con niños.
Mala suerte con el tiempo, al salir estaba lloviendo y ya no pararía en toda la tarde-noche. Vimos el Castillo de la Smithsonian, que usan como centro de información de todos los museos de la institución.
Y dando un paseo bajo los cerezos en flor (es ahora el Cherry Blossom Festival), rodeamos parte de la Tidal Basin haciendo fotos del estanque y el Jefferson Memorial. Volviendo al parque principal, The Mall, vimos el monumento a la Segunda Guerra Mundial. Pero el mayor chasco fue que el Reflecting Pool (el estanque donde Forrest Gump se encuentra con Jenny al volver de Vietnam), estaba vacío en obras. Subimos las escaleras del Lincoln Memorial, donde son impresionantes las vistas del Mall, Washington Monument y Capitolio. Saliendo del Mall visitamos el muro en memoria de la Guerra de Vietnam, con los nombres de los 52.000 militares muertos en ella.

Buscando una parada de metro atravesamos la zona de la George Washington University, con sus grandes edificios, sus colegios mayores y sus casa de hermandades (sí, Pi-Sigma-Kappa y siglas de ese rollo como en las películas). Lo último que nos quedaba por ver era Georgetown, barrio antiguo de casitas pequeñas que recuerda a ciertas zonas de Londres. Encontramos en Prospect St las escaleras de la famosa caída de El Exorcista. Y por allí cenamos en «Uno», un pub en el que servían pizzas, hamburguesas, steaks… mientras veíamos el Miami Heat-Washington Wizzards de la NBA.
Y ya vuelta al hotel, medio camino andando, medio en metro. Mañana toca dejar la capital de la Unión y volver a NYC.
Imágenes | dnotivol