Una vez contratado el vuelo, ya teníamos las fechas definitivas. Para conseguir la mejor relación entre precios, horarios y demás, el viaje se nos ha quedado en unos 12 días (depende de cómo se cuenten los días de viaje).
El siguiente dilema que nos aparece es cómo cuadrar el viaje a Washington. Desde el principio teníamos más o menos claro que queríamos visitarlo y a poder ser estar más de un día. La mayoría de las agencias y plannings que habíamos visto reservaban sólo una excursión de día para ver la capital, pero a nosotros como que se nos hacía corto… Además, ya que te vas a hacer unas 4 ó 5 horas de viaje desde Nueva York, qué menos qué ver bien la ciudad.
Muy bien, ya hemos tomado la decisión de pasar dos noches en el DC, ¿pero cuándo? La idea de ir a mitad del viaje, rompiendo en dos la estancia en NYC, no nos termina de convencer, no queremos estar todos los días con las maletas a cuestas. Así qué sólo quedaban dos opciones: ir a Washington nada más llegar, o al final de todo…
Después de sopesar bien las opciones, la hora del vuelo de ida fue decisiva. Se supone que llegamos al JFK como a las 10 de la noche, y seguro que nos apatecerá ver algo de la city, pero el desfase horario está en nuestra contra, ya que para entonces llevaremos unas 20 horas en pie. Así que decidimos tomar ventaja del jet lag: nada más llegar nos iremos a dormir a un hotel cerca del aeropuerto, y como lo lógico será que nos levantemos pronto, nos podemos poner rumbo a Washington a primera hora de la mañana.
A todo el grupo nos parece buena idea. El tema de transporte del aeropuerto para conectar con cualquier salida hacia el DC también parece sencillo. Pues ¡decidido! Una cosa menos…
Imagen | steve eng en Flickr