La BBC, la cadena pública británica, se está planteando volver a emitir la carta de ajuste por las noches como medida de ahorro; Chica de la tele hace una reflexión sobre ello, y los servicios públicos de la televisión.
En La historia con mapas nos traen una infografía sobre la historia de los sistemas operativos que nos hace mirar para atrás y ver cómo ha avanzado el mundo de la informática.
Siguiendo con los sitemas operativos, ¿os gusta probar cosas nuevas en vuestro GNU/Linux, pero no «enguarrar» la instalación? Bitelia nos enseña Glimpse, una herramienta para probar aplicaciones de forma segura sin afectar al sistema.
Dejamos hoy el enlace a un artículo de Enrique Dans, que nos ofrece su libro «Todo va a cambiar» publicado en edición social para internet; un concepto muy interesante y positivo que esperamos se utilice con más publicaciones.
Como es temporada de viajes, muchos de nosotros lo hacemos alquilando casas o apartamentos. Entre las cosas que nos llaman la atención algunas veces está el tamaño. En Apartment therapy hacen una comparativa del tamaño medio de las viviendas, para no llevarse mucha sorpresa cuando viajemos. Bueno, según el esquema, desde España, a casi cualquier sitio que vayamos, es a mejor 🙂
Fachada de nuestro apartamento en Midtown Manhattan
Antes de comenzar el viaje, en las entradas del blog dedicadas al planning, dedicamos una de ellas a la búsqueda del alojamiento, donde tratábamos las alternativas que barajamos en su día. Pero claro, antes del viaje no podíamos tener opinión sobre el apartamento que elegimos, ni la web donde lo contratamos. Esta semana Lucas nos preguntaba nuestra opinión. Intentaremos ir por partes.
Apartamento u hotel.
Aquí no hay lugar a dudas. Consideramos la elección un acierto. Como íbamos 6, hubiéramos necesitado 3 habitaciones dobles en un hotel; y por aproximadamente el mismo precio de una de las habitaciones, conseguimos el apartamento para todos; la diferencia es considerable. Por otro lado está la convivencia; en un hotel es más difícil estar juntos (no hay salón, cocina, etc), parece que cuando llegas al hotel, cada uno se va a su habitación y no te ves hasta el día siguiente. En el apartamento, pudimos comer/cenar en casa, estar en el comedor preparando el planning del día siguiente, etc; vamos como en casa.
Agencia / web.
En nuestro post anterior dejábamos enlaces a varias páginas de alquiler de apartamentos. Finalmente nos decidimos por FeelNYC porque parecía que tenían precios más ajustados; en varias ocasiones vimos el mismo apartamento en varias webs, y FeelNYC era la más barata. Las condiciones de todas las páginas eran parecidas; salvo alguna excepción, todas se quedan con alguna parte del precio total a cambio de «supervisar» la operación. Nuestra experiencia con FeelNYC es positiva, la comunicación con ellos (por e-mail) fue buena en todo momento, y no tuvimos ningún problema. Hacen de intermediarios entre el casero y el arrendatario, con que después de pagar el porcentaje de reserva nos pusieron en contacto con el casero, para ver las formas de pago de la cantidad restante, y cómo hacer la entrega de llaves a nuestra llegada. Fue todo muy bien.
Elección del apartamento.
Este punto puede ser el más difícil dada la gran oferta de apartamentos que hay en toda la ciudad; y en cuanto a nuestras elecciones, puede ser la única que tengamos dudas. Nos quedan dudas no porque el apartamento estuviera mal, sino porque no conocemos el estado habitual de los apartamentos en Nueva York, aunque por comentarios leídos, parece que nuestros «peros» parecen comunes en toda la ciudad. Estos inconvenientes que vimos eran sobre la calefacción (las tuberías hacían ruido al enfriarse/calentarse) y el aislamiento (digamos que las ventanas no eran herméticas), aparte de la ausencia de persianas o cortinas opacas (pero esto fuera de España es muy normal). Lo mejor sin duda era el emplazamiento, en la 9th Ave con la 53th St; teníamos cerca el metro, se podía ir andando a Times Square sin tener el bullicio y agobio de gente, y nuestra calle estaba llena de restaurantes, delis y tiendas.
En resumen, una experiencia muy positiva, que repetiríamos sin dudarlo. A ver cuando tenemos la oportunidad :-).
Último día en Nueva York. Pero no se puede estar triste, hay que aprovechar hasta el último momento. Así que empezamos el día con un buen desayuno: de Dunkin Donuts, qué vicio, insisto, menos mal que en España sólo hay un par, y en Madrid…
En teoría, el último día había que dejar el apartamento antes de las 11 de la mañana, pero habíamos visto en la web de FeelNYC (donde lo habíamos alquilado), que el día siguiente estaba libre. Y nos aprovechamos y pedimos dejarlo más tarde cuando nos dieron las llaves; la nueva hora era la 1. Por lo menos podíamos hacer algo por la mañana, y sin tener que pagar consigna de maletas.
9th avenue, dejando nuestro apartamento en Hell's Kitchen
Nos dividimos en dos grupos, para que cada uno aprovechara más sus últimas horas. En uno, lo teníamos claro, nos habíamos quedado con más ganas de Century 21, así que metro rumbo a la zona 0 hasta el outlet que ya conocíamos del día anterior. Con más tiempo, ya se pueden encontrar más cosas interesantes donde gastar algunos de los últimos billetes de dólar. Cinturones, carteras, ropa interior… todo de marca a precios super-baratos.
Una de vez de vuelta todos en el apartamento, no nos quedaba otra que terminar de ajustar las últimas compras en la maleta, cerrar todo, y despedirnos de nuestra casa neoyorkina… Como íbamos a ir con las maletas a cuestas, no queríamos ir buscando sitios para comer, y ya le habíamos echado el ojo a un diner en la 7ª avenida, a dos bloques de casa. Es el Cosmic Diner, que aunque no habíamos ido todavía, tenía muy buena pinta. Y alguno os estaréis preguntando ¿pero qué es un diner? Pues son los restaurantes americanos típicos que salen en las películas, que van repartiendo café con la jarra a todos los clientes, con sus asientos de eskay y todo eso. Tuvimos que esperar un poco por la hora punta, pero no nos defraudó en absoluto. Las raciones eran enormes y la comida buenísima.
Y habiendo comido, toca salir hacia el aeropuerto. Aún nos quedaban unas horas de margen, pero habiendo ya visto cómo es la hora punta en el metro de Nueva York, había que evitarla a toda costa. Y después de los 45 minutos en metro desde Manhattan hasta la estación de Jamaica, cogimos el AirTrain que nos llevaría al JFK. El AirTrain es un tren tipo metro, pero que va por la superficie, que hace un recorrido circular uniendo todas las terminales del aeropuerto, y que además lo une con dos puntos externos, las estaciones de Jamaica (al norte del JFK) y Howard Beach (al oeste); es gratis dentro del JFK, pero vale 5$ si sales o entras al aeropuerto.
Típico bar de aeropuerto en el JFK
Más que una espera del aeropuerto, fue una lista de esperas (a que informaran del mostrador de embarque, a que lo abrieran, a embarcar…). Y aprovechamos para ir gastando nuestras últimas monedas: revistas, chocolatinas, zumos :-).
El vuelo con AirEuropa sin problemas, además este avión era un AirBus A330-200 con sistema de entretenimiento y pantallas individuales, se hizo más cortito el viaje.
Al aterrizar en Madrid en nuestro día 13 de viaje… ¿ya el 13? ¿y la noche del 12 al 13? Pues eso, en madrid mismo recorrido que a la ida, pero a la inversa, autobús de la EMT hasta Atocha, comida, y espera en la sala Lounge de la estación (¡menos mal que existe la tarifa estrella para poder comprar billetes en preferente!). Y el AVE de vuelta a casa…
Nuestro cuarto día de viaje volvía a ser eso, de viaje. Tocaba despedirse de Washington, una ciudad que nos había impresionado positivamente para volver a Nueva York, y comenzar la visita de la Gran Manzana.
Así que el día comienza con madrugón, maletas, y desayuno en el Starbucks de la esquina, eso sí, después de despedirnos de los piquetes del hotel, que allí seguían dando la matraca como todas las mañanas. Cogemos nuestro ya conocida línea 80 del bus urbano, y llegamos a la estación-solar-esplanada de Megabús. A la hora prevista sale nuestro bus, esta vez hemos conseguido coger los primeros asientos del piso de arriba, con mejores vistas :-).
Sobre las 14h, tras las 4 horas y media de rigor, llegamos a Nueva York. Al legar, tenemos que llamar a la agencia donde alquilamos el apartamento para que vayan a recibirnos. Así que en la primera entrada de metro, buscamos una cabina. Tras pegarnos un poco con ella (había que jugar con la combinación de meter moneda, marcar, descolgar…), conseguimos hablar con ellos: nos estarán esperando allí.
Tras un recorrido de unas 2 ó 3 paradas en metro, salimos a la que sería una de nuestras estaciones habituales, y toca ir andando 3 manzanas hasta el apartamento. Ahí ya pudimos ver nuestro barrio: el Midtown o Hell’s Kitchen; tenía buena pinta, muchos restaurantes, parece movido. Cuando llegamos, nuestro casero asiático nos recibe, nos da instrucciones del piso (WiFi, basura, dónde comprar…), nos cobra la parte que restaba y nos deja ya solos en nuestra casa neoyorquina. We’re in New York!!
No hay tiempo que perder, tenemos muchas cosas por ver, pero aún no hemos comido, y como nos harán falta algunas cosas para estos días, ahcemos una mini-lista y nos vamos a hacer la compra, siguiendo los consejos de nuestro casero, nos vamos a un supermercado Amish que hay en la novena, a dos bloques. Parece muy pijoterillo, con sushi y comida para llevar en la puerta, así que repartimos la compra entre este, y un Duane Reade, una mezcla de droguería-farmacia-supermercado que hay justo al lado (hay muchísimos en Manhattan).
Pista de hielo y estatua de Prometeo del Rockefeller Center
Y por fin a la caller a ver cosas, pero después de haber comido, aunque sean las 4 ó las 5 (seguimos con nuestros horarios raros de comidas 🙂 ). Yo creo que sin decir un destino concreto por el momento, ponemos rumbo a Broadway, y en seguida ¡estamos en Times Square!. Es impresionante la cantidad de luces, anuncios, taxis, gente… que hay allí. Nos subimos a las escaleras rojas que hay sobre las taquillas de Tkts y no paramos de hacer fotos. No sé qué tiene este sitio pero estamos todos como embobados. La luz nos atrae, tantos anuncios… ¿estoy tonto, le estoy haciendo fotos a anuncios de Coca-Cola, Toshiba…?
Cuando conseguimos bajarnos de las escaleras rojas, comenzamos con el planning que teníamos preparado. En teoría hoy tocaba subir al Top of the Rock, pero como está un poco nublado, lo dejaremos para otro día. Aun así, nos acercamos a ver el complejo de edificios del Rockefeller Center. Allí vemos el edificio de la General Electric (donde se sube al Top of the Rock), el Radio City Music Hall, el Rockefeller Plaza, la pista de hielo con la estatua de Prometeo… ¿cuántas veces hemos visto esto en la tele o el cine?
Rodeando el Rockefeller Center, vemos la estatua de «Atlas sujetando al mundo» frente a la catedral de Saint Patrick (o San Patricio), así que entramos a verla. ¿Qué tiene este edificio «pequeñito» que consigue destacar tanto entre tanto rascacielos? Es rara la tranquilidad que se nota en el interior comparado con el ruido y bullicio que hay ahí fuera…
Al salir, seguimos nuestro primer paseo de contacto con la cuidad, andando por 5th Avenue, la quinta avenida vamos. ¡Cuánta gente por la calle! Eso sí, esto parece un escaparate de las tiendas más pijas del mundo: Louis Vuitton, Bulgari, Armani, Gucci, Chanel, Prada, Versace… y llegando a Tiffany’s decidimos darnos la vuelta y poner rumbo al apartamento.
Estatua de Atlas del Rockefeller Center frente a la Catedral de Saint Patrick
Ya de vuelta a casa, paramos en un deli de nuestra misma calle (bueno, avenida, la 9th Ave.), y compramos para llevar unos paninis (bocadillos calientes rellenos de cualquier cosa, desde pavo, pollo cajún, Phily cheese steak…). Y a coger fuerzas para mañana, que tocará… ¡subir escaleras!
En esta entrada del blog, recuperamos el especial sobre la planificación del viaje a New York y Washington. En entradas anteriores, ya habíamos decidido el momento en el que ir a Washington, con lo que la estancia en USA se nos quedaba de forma: noche de llegada en NY, 2 noches en Washington, y 8 noches de nuevo en NY.
Con este planning, conseguíamos juntar todos los días (o casi) que íbamos a pasar en Nueva York en un solo tramo. Y el objetivo de este propósito no era otro que no tener que estar cambiando de alojamiento cada x días. Ahora pues, podíamos ya buscar el alojamiento para estos 8 días en la Gran Manzana.
Nuestros requisitos
Siguiendo la regla de las 3 B (bueno, bonito y barato), comenzamos la búsqueda de alojamiento. Uno de los puntos que teníamos claro es que nos queríamos alojar en Manhattan, para evitar perder mucho tiempo en transporte todos los días si nos quedábamos en Brooklyn por ejemplo, donde los hoteles son más baratos.
Y, como es normal, cualquier sitio que eligiéramos, nos gustaría que el precio no fuese muy elevado, para no tener que sacrificar otras cosas del viaje a costa de un hotel demasiado caro. Pero en seguida que nos pusimos a buscar hoteles usando los portales habituales, vimos que lso precios en esta ciudad son de vértigo, ¿200 euros por una habitación sin desayuno, sin baño…? Estos romanos están locos…
¡Queremos apartamento!
Leyendo informaciones y opiniones por algún foro, vimos una opción que no nos habíamos planteado, ir de apartamento. ¡Pero si es genial! En nuestro grupo de viaje somos 6, con lo que el apartamento nos viene genial para estar juntos más fácilmente, y ahorrar algo de dinero. Viendo los precios de los apartamentos, nos cuadraban bastante, pues por unos 250€ diarios, teníamos apartamentos de 3 habitaciones dobles en Manhattan, que además tenían muy buena pinta.
Debajo os dejo enlaces a 4 páginas que utilizamos en la búsqueda, que tienen todo muy bien explicado, y son bastante sencillas de utilizar. Quizá algo más difícil fue decidirnos por un apartamento en concreto, pues la oferta es grandísima. Al final hicimos una selección más o menos corta (no más de 10 ó 12), y empezamos a hacer un ranking ordenándolos por las facilidades, su ubicación, precio.
El elegido finalmente fue en la web de FeelNYC, y por el momento la verdad es que la comunicación con ellos ha sido muy buena. A la vuelta os contamos los detalles del apartamento y la experiencia.